miércoles, 8 de julio de 2015

Veraneantes

Interesante noticia en ElConfidencial.com sobre la avalancha de veraneantes en los pueblos de España, con sorpresa incluida, fijénse quién ocupa el puesto número 10:

Arranca el mes de julio: media España en alerta por temperaturas máximas, algunas carreteras saturadas debido a la operación salida... Las grandes ciudades se vacían poco a poco. ¿Adónde van los urbanitas? Playa o montaña, el destino final es, en cualquier caso, un pueblo.

Y es que muchos municipios, tanto de la costa como del interior, hacen su agosto -nunca mejor dicho- en estas fechas, hasta el punto de que ven multiplicar su padrón gracias a la llegada de turistas estivales. Es lo que se conoce como población estacional, que en nuestro país asciende a más de 10 millones de personas.






miércoles, 24 de junio de 2015

Cuando baja El Pipa

Nuestro amigo Carlos nos envia estas fotos del Río Pipa bajando hacia El Mesa, todo un espectáculo:













domingo, 29 de junio de 2014

El Coro en Anchuela del Campo


El pasado día 24 del mes de mayo, celebramos la restauración de nuestra singular iglesia, contando con la asistencia de amigos, vecinos y los sacerdotes Gildo y Martín; el Coro de la Parroquia Santa Beatriz de Madrid, que con sus cantos, consiguieron una preciosa celebración, y que pasaramos un feliz día.

A todos ellos muchas gracias, y en especial a Pilar María Salazar y Daniel Martínez, autores de estas fotos:




















miércoles, 5 de marzo de 2014

Entre el guarda y el tejero

Un artículo encontrado por Internet que nos cuenta algo que sucedió ya hace tiempo, lo podeis encontrar, junto con otras muchas historias de pueblos de la zona en esta fantástica página de Tomás Gismera Velasco:




  ANCHUELA DEL CAMPO: ENTRE EL GUARDA Y EL TEJERO

Mucho dio que hablar la caza furtiva a lo largo del siglo XX, sobre todo en la primera parte del siglo, y más que nada, cuando las hambrunas asolaron los pueblos. 

Pocos fueron los pueblos de la provincia de Guadalajara que escaparon a la dictadura de familias de sonoros apellidos y de guardeses que, a su servicio, se emplearon a fondo para quedar bien con sus señores y dominar, a través del miedo y la carabina, a sus vecinos.

Anchuela del Campo, en el señorío de Molina, vivió uno de aquellos incidentes entre guardés y futivo el 12 de octubre de 1911.

El guarda de monte de la familia Montesoro del que tan sólo conocemos que se llamaba Pedro, sorprendió cazando de forma ilegal al tejero de la localidad Dámaso Cano, apodado Pericocano. Un hombre de algo más de sesenta años, con escasez de recursos y totalmente analfabeto.

Se cuenta que Pericocano se enfrentó al guarda, disparando con una arma que llevaba, aparentemente un revólver, disparando una o dos balas. A los tiros respondió el guarda su carabina haciendo blanco en el viejo.

Pericocano quedó muerto en el campo, hasta que el juzgado de Molina, al que dio parte de lo sucedido el guardés, levantó el cadáver. Los forenses encontraron en su cuerpo seis disparos, uno de carabina y cinco de revólver. Todo hacía suponer que el guarda de los Montesoro, después de herir al viejo tejero, con el propio revólver con el que aquel le había amenazado, lo remató hasta que se terminaron las balas. Los seis disparos afectaban a órganos vitales y fueron consideradas mortales de necesidad.

Los Montesoro lograron que su guardés saliese inmune. Según el jurado que emitió el veredicto, la muerte de Pericocano fue en defensa propia.

Tomás Gismera Velasco.